Redacción ForumClásico
En un reciente editorial de Ritmo se reflexionaba sobre las presumibles actitudes presupuestarias del nuevo Gobierno para con la cultura, en los inicios de su legislatura. Ahora, con casi seis meses de andadura presupuestaria, dicho editorial mantiene todo su vigor.
Una de las primeras decisiones del nuevo Gobierno fue la de prescindir del Ministerio de Cultura, rebajando su rango a una Secretaría de Estado. Eso ya hacía presagiar un importante descenso en el peso de "la cultura" sobre los presupuestos generales del Estado.
Por el momento, y refiriéndonos solo a las ayudas que las revistas culturales venían recibiendo, vía suscripciones de sus publicaciones a las distintas bibliotecas del Estado, la situación es bastante preocupante pues, para el año 2012, se suspendieron dichas suscripciones, cancelándose dichas ayudas para todo tipo de revistas culturales, no solo las musicales , sino, decimos bien, culturales, o sea, de música, pero también de arquitectura, de danza, de diseño, de cine, de teatro, de literatura, de poesía, de pintura.
Al parecer, no sirve de nada que la revistas de música como Ritmo, así como las de otros ámbitos culturales de prensa escrita, estén presentes en las bibliotecas públicas de España para que determinados ciudadanos puedan disfrutar de su lectura sin necesidad de gastarse el dinero que cuesta su adquisición. En su momento se indicó que fue una decisión técnica, que se tomó por razones de legalidad, pero que el gobierno podría asumir el asunto con criterio político para dar una respuesta, afirmativa o no, a una posible solución al problema que tal decisión pueda (¿) causar a la prensa cultural.
Quede claro que el concepto que para la Cultura encierra la antipática palabra subvención no tiene nada que ver con el problema que aquí se plantea. Sucede que las revistas culturales son prensa especializada, y prensa especializada musical, para más inri y lamentación, pues no vivimos precisamente en un país de grandes orejas. Por ello, la supervivencia de estas publicaciones pende de muchos factores espurios, entre otros de negociar con los poderes públicos su presencia en las bibliotecas públicas para que sus ventas sean las justas (no más; una revista de música clásica en nuestro país, ni antes ni ahora ni nunca ha sido, es o será un negocio, una obviedad que no sería necesario recordar). Las justas, que quiere decir las justas para poder sobrevivir. Habrá, seguro, quienes en un furibundo ataque de liberalismo, pensarán que todo esto es literatura barata; que cada palo ha de aguantar su vela, y ya está. Bien. Pero sepan tales geniales tecnócratas del mercado libre que, así, la probabilidad de que las revistas culturales se vayan al garete no es que sea altísima; es que se va hacer realidad en poco tiempo.
Nos parece muy injusto que se les niegue a las bibliotecas la vida cultural que las revistas del sector ofrecen cada mes a sus lectores. Nos preguntamos: ¿si a una biblioteca pública se le niega la parte escrita más actual qué le queda, las obras de Blasco Ibáñez?
Hemos pasado más de 30 años construyendo algo que no teníamos y que es parte indispensable de la vida de todo un país: infraestructura cultural. Las revistas culturales son parte de esta infraestructura. La crisis se puede llevar por delante una carretera o un tren; puede –y debe– exigirnos trabajar más y mejor; puede –y debe– pedirnos sacrificios. Pero lo que no debe es matar la vida cultural.
¿La supresión de las suscripciones de las revistas culturales a las bibliotecas públicas del Estado fue una decisión técnica? A nosotros nos parece un verdadero asalto a la Cultura. ¿Que esa decisión va a acabar siendo política? Pues que las autoridades tomen nota de este foro.
Parece ser que se van a habilitar unas ayudas estatales para paliar la cancelación de las suscripciones a las revistas culturales. Quizá eso ayude a subsistir a muchas de ellas, pero lo realmente importante es que puedan llegar nuevamente a las bibliotecas del Estado.
viernes, 1 de junio de 2012