Música clásica desde 1929

Alberto Martos & Myriam Sotelo
Marzo 2024 - Núm. 981

Alberto Martos & Myriam Sotelo

Schumann in love

Solo de una pareja como la formada por el violonchelista Alberto Martos (AM) y la pianista Myriam Sotelo (MS) podría nacer esta nueva grabación dedicada a la música de Schumann (sello Ibs Classical), surgida por el amor mutuo, el respeto y la admiración. “Teníamos claro que queríamos regalarle a nuestra hija Leonor una fotografía musical de lo que ella ha supuesto en nuestras vidas”, afirma Myriam Sotelo respecto a este disco. “El discurso estético que nos regalan tanto Clara como Robert está marcado por lo emocional y lo fantástico. Se trata de una música que nos invita a soñar. Con un claro acento romántico que combina lo más íntimo con los sentimientos más ardientes y apasionados, se identifica por completo con nuestra sensibilidad como intérpretes”, indica por otra parte Alberto Martos. “¿Y por qué Schumann? -prosigue Myriam-, supongo que es cuestión de sensibilidad, es una música que nos conecta y une”. Estas pequeñas pero grandes piezas schumannianas (Drei Romanzen Op. 22, Adagio und Allegro Op. 70, Fantasiestücke Op. 73, Drei Romanzen Op. 94, Fünf Stücke im Volkston Op. 102 y Märchenbilder Op. 113), verdaderas declamaciones poéticas, entroncan muy bien con la profunda vinculación que el dúo sostiene con el mundo poético: “No puedo pasar ni un solo día sin embriagarme de poesía, hasta tal punto que tengo la manía de leer al menos un poema de Pedro Salinas antes de dormir, cual canción de cuna”, indica Myriam. No hay duda que este Schumann, además de sus bellezas propias, es un Schumann in love.

 

¿Cómo nace el dúo Martos & Sotelo?

AM. Myriam y yo nos conocimos en el conservatorio hace 14 años. Ella estudiaba la Balada n. 1 de Chopin y yo, a tan solo la distancia de un muro, ensayaba la Sonata para chelo del mismo autor. Por lo tanto, podemos afirmar que nuestro primer pilar de unión fue el sonido; no fue hasta dos años después cuando le regalé la partitura de la Sonata n. 1 para chelo de Brahms, la cual marcaría un antes y un después en el camino hacia una complicidad extramusical fraguada a fuego lento. 

¿Cómo funcionan los ensayos del dúo?

MS. Más allá de escuchamos el uno al otro cuando tocamos juntos, nos miramos por dentro. En una atmósfera altruista y generosa, me entrego al sonido que él anhela en mí a través del piano y él me indaga por dentro a través su violonchelo, creando un espacio común en el que compartimos alegrías y tristezas argumentadas, reflejadas y traducidas a través de palabras tácitas capaces de generar la sonoridad compartida.

AM. Muchos amigos se sorprenden que, siendo pareja, compartamos además lo profesional y trabajemos tan bien juntos. Aunque el ejercicio de la interpretación pueda llegar a ser estresante, lo cierto es que nuestros ensayos siempre nos han ayudado a unirnos más. En este último proyecto acerca de la música de Schumann recuerdo cómo hablábamos sobre él, sobre su energía, su fraseo; aprendimos a respirar juntos y a sentir la fuerza de esta obra en profunda sintonía. El hecho de convivir y tener un piano de cola en casa también ayudaba, ya que en cualquier momento podíamos sentarnos para comprobar este o aquel pasaje. En otras ocasiones, combinábamos el estudio analítico y concienzudo con el simple placer de tocar un ratito juntos, disfrutar de la gran belleza de hacer música y dar un conciertito a nuestra hija Leonor, que nos devolvía el obsequio bailando a nuestro alrededor.

Ambos son catedráticos en el Real Conservatorio Superior de Música Victoria Eugenia de Granada. ¿Pueden hablarnos sobre su labor docente?

AM. Fue en 2018 cuando obtuve esta plaza. La enseñanza es algo que me ha ido cautivando cada vez más. Antes de la cátedra trabajé durante 10 años en un conservatorio profesional. Allí tuve la ocasión de guiar a un alumnado de entre 8 y 18 años de edad. Esa etapa fue tremendamente importante, ya que me obligó a desarrollar una serie de herramientas metodológicas técnicas y musicales que influyeron no solamente en los estudiantes, sino también en mi propio desarrollo como chelista. Fue una década que me preparó para mi labor actual, en la que atiendo a jóvenes que ya han decidido dedicarse de forma profesional a este instrumento. He de decir que me apasiona mi trabajo. Mis alumnos me inspiran cada día y yo trato de devolverles esta energía. De un lado, trato de convertirlos en músicos autónomos, capaces de expresar su propia voz y buscar soluciones a cualquier dificultad que presente la obra y, de otro, hago lo posible por transmitirles una visión humanista del mundo y del arte, según la cual se conviertan no solamente en ejecutantes competitivos a nivel internacional, sino en personas que amen lo que hacen y encuentren en la música la capacidad de expresar esa voz única e irrepetible que cada de uno de ellos posee. Myriam y yo tenemos además la suerte de trabajar con el mismo alumnado. Siempre hablamos entre risas de nuestro celloteam, un conjunto de jóvenes al que tenemos un gran aprecio. Hasta tal punto nos apasiona nuestro trabajo que a menudo nuestras conversaciones, después de haber acabado la jornada laboral, tratan sobre qué podría mejorar cada uno de ellos y cómo podríamos ayudarlos.

MS. Entregarse a la especialidad de Repertorio con Piano es un regalo caído del cielo. Desde que empecé a trabajar en este cuerpo (tras cuatro años con la plaza en educación secundaria), no ha habido un solo día en el que haya entrado-salido del conservatorio junto a una sonrisa en el rostro y una mayor sabiduría gracias al precioso trabajo que realizo junto a mis alumnos. Además, esta especialidad tiene doble ventaja a nivel humano y artístico. De un lado, se genera y se potencia una faceta maternal: escuchas, enseñas, analizas y finalmente, sales al escenario siendo siempre el personaje agonista que protege bajo un oído fino y un raudo instinto que favorezca la calidad escénica. De otro, especializarme en repertorio de violonchelo con piano ha mejorado mi calidad como intérprete, extrapolando el sonido del violonchelo al piano y, por ende, anhelando el reflejo del sonido de la cuerda frotada en la cuerda percutida, lo cual, solo puede culminar en la búsqueda incesante de colores y fraseos infinitos. 

Además de la música, ¿qué otras son también sus pasiones?

MS. La poesía, la literatura, el cine y el buen vino. No puedo pasar ni un solo día sin embriagarme de poesía, hasta tal punto que tengo la manía de leer al menos un poema de Pedro Salinas antes de dormir, cual canción de cuna. Mi padre me inyectó desde pequeña la pasión por la literatura y lo consiguió gracias al legado de García Márquez, del que quedé fascinada desde mi adolescencia con su genial realismo mágico. A Alberto y a mí, en concreto, nos han unido desde un principio tanto los clásicos rusos como Dostoyevsky, Tolstoi, Nabokov o Chéjov (los leía en mi etapa de formación en Dresde), como el cine italiano de Fellini o el cine sueco del gran Bergman. Por otra parte, tratamos de sorprendernos siempre a través de nuevas uvas, acompañadas siempre de conversaciones que lo conviertan en lo que Alberto y yo llamamos “el vino bien hablado”.

AM. Considero que un artista debe ser una persona apasionada. La vida es un regalo maravilloso aunque efímero, por lo que la filosofía del Carpe Diem siempre ha guiado mi camino. En ocasiones, siento que una vida se queda corta para poder disfrutar de todas las experiencias que me gustaría atesorar. Es a través de otras artes como consigo tratar de mitigar esta futilidad del destino inexorable que todos compartimos. Dicho esto, me gustaría comenzar declarando mi absoluta adoración por autores como Cervantes, Zweig, Baricco o Montaigne, además de los citados por Myriam. En el cine tengo, además de adoración por los grandes clásicos, la secreta confesión de disfrutar de aquellas películas de aventuras de los ochenta que me hicieron soñar en mi niñez.

Acaba de producirse el lanzamiento de su último disco con la obra completa para chelo y piano de Schumann. ¿Por qué este autor?

MS. Teníamos claro que queríamos regalarle a nuestra hija Leonor una fotografía musical de lo que ella ha supuesto en nuestras vidas. De hecho, las breves notas al libreto que yo he escrito (a continuación de las exquisitas realizadas por el maravilloso José Luis García del Busto) tienen como título Razón Poética, haciendo alusión a la idea zambraniana de abismarse en la belleza bajo un latido común. Estas, además, culminan (parafraseando a Garcilaso de la Vega y, más tarde a Pedro Salinas y Ángel González) con una frase especial que justifica este proyecto: La Música a ti debida. ¿Y por qué Schumann?: supongo que es cuestión de sensibilidad, es una música que nos conecta y une. Además, el formato de pieza breve con que escribió la mayoría de sus Opus tiene un contenido musical muy concentrado; son como un elixir, joyitas que permiten trabajar muchos flancos de la música a través de textos no demasiado prolongados. Como diría Zambrano, gotas de aceite que apaciguas y suavizan, gotas de felicidad.

AM. El discurso estético que nos regalan tanto Clara como Robert está marcado por lo emocional y lo fantástico. Se trata de una música que nos invita a soñar. Con un claro acento romántico que combina lo más íntimo con los sentimientos más ardientes y apasionados, se identifica por completo con nuestra sensibilidad como intérpretes. Ambos somos en cierta forma un poco decimonónicos en nuestra manera de ver el mundo… 

¿Qué prefieren, concierto en directo o grabación?

AM. Personalmente prefiero la libertad de un concierto. Se trata de un acto espontáneo en el que múltiples factores están en juego; desde cómo te sientes ese día hasta el tipo de repertorio que vas a interpretar, la acústica de la sala o la energía que procede de los oyentes. En esta respuesta creo que también se define mi actitud general como violonchelista, en el sentido de que siempre he supeditado una interpretación fresca, arriesgada, con fantasía y contenido musical frente a una ejecución perfecta pero fría y aséptica. Cada concierto es para mí una gran aventura y a pesar de sentir siempre una cierta dosis de esa necesaria adrenalina he de admitir que lo vivo como un acto poético y catalizador de comunión con el compositor, con el público y conmigo mismo. En cualquier caso, una grabación discográfica no deja de ser una bella fotografía tomada en un momento concreto de tu vida. Supone para mí siempre un reto y una  gran responsabilidad el dejar plasmada una propuesta sonora. Anteriormente he realizado otras grabaciones para sellos como Sony Classical y siendo este mi quinto disco, el segundo junto a Ibs Classical, es cierto que cada vez me siento más cómodo frente a los micrófonos. En los últimos años las grabaciones me han enseñado a escucharme mejor, a ser capaz de relajarme y a hacer música sin descuidar ningún aspecto técnico gracias a una escucha cada vez más crítica.

MS. Son dos contextos que alimentan espiritualmente de manera muy distinta; el concierto supone un desnudo integral a nivel emocional, lo cual incluye un trabajo de concienciación previo que permita reflejar la versión más transparente y honesta de mí misma hacia el público en el presente. Sí es cierto que el formato concierto en directo permite mayor libertad al poder contar una misma historia según el estado en el que me encuentre emocionalmente; mis versiones en directo nunca son exactamente iguales: tienen todas un mismo color, pero siempre diferente matiz. No fue esta la filosofía con la que me entregué a esta grabación, ya que mi objetivo era presentar una fotografía musical que reflejase la versión más nítida de mí misma, sin  ningún condicionante emocional más que el pulso común bajo el que latimos Schumann, Alberto y yo. Esto supuso un trabajo introspectivo y extrapianístico, de meditación y de búsqueda hacia mí misma que permitiera reflejar el fraseo, color, dinámica, pedal o articulación que plasmaran con mayor nitidez mi sensibilidad. El concierto es tu yo a través del tiempo que incluye tu evolución como artista y humanista. La grabación es fotografía y, por lo tanto, debe reflejar la versión más cristalina del intérprete hasta entonces y en todo su recorrido.

Ambos son andaluces, se formaron en España y Alemania y han obtenido numerosos premios nacionales e internacionales, algunos de ellos compartidos. Cuéntennos más sobre su trayectoria individual…

AM. Así es. En mi caso y referente a mi formación, hay varios nombres que me marcaron de forma definitiva. El primero de ellos fue sin duda Daniel Barenboim. Él me apoyó desde el primer momento, ya en 2004, cuando después de escucharme interpretar a Bach y parte del Concierto de Saint-Saëns, me aceptara como miembro de la West-Eastern-Divan Orchestra y me diera el puesto de violonchelo co-principal, lo que me permitió aprender directamente de él durante todos los años en que fui miembro de esta increíble formación. Gracias a él y a su Academia de Estudios Orquestales fui becado para continuar mis estudios en Berlín junto a los solistas de la Staatskapelle, Andreas Greger y Elena Cheah. 

MS. Tengo muchas referencias pianísticas a las que tengo mucho que agradecer. En Granada aprendí los cimientos de la técnica y Dresde me concienció que el oído es nuestro mejor maestro. Aun así, empecé a sentirme capaz de hablar con sonidos y mostrar mi luz a través del piano a raíz de trabajar repertorio con Alberto. Sus versiones son todo verdad presente y, el hecho de tocar demostrando no para los demás de manera vanidosa, sino para uno mismo y de forma honesta, ha supuesto la mayor lección en mi evolución como músico, depurando a nivel técnico con el conocimiento de mi propia ergonomía y, a nivel musical, mostrando aquellas dinámicas y agógicas que mejor caracterizan mi sensibilidad. Es bonito, además, que los dos seamos granadinos y ambos hayamos ganado el premio de cultura “Andaluces del Futuro” en diferentes ediciones. Andalucía es una comunidad muy consciente de la importancia de conservar el patrimonio musical a través de sus artistas.

¿Por qué Ibs Classical?

MS. Eran demasiadas razones. Además de que el sello tiene un enorme prestigio por la gran calidad que muestran todos los proyectos, Paco Moya y Gloria Medina son unos exquisitos profesionales. Paco fue además maestro de ambos en el conservatorio y ha sido testigo de nuestra evolución como músicos y personas. Es una figura a la que guardamos gran aprecio y afecto. Trabajar con él ha sido un gran aprendizaje en todos los sentidos.

¿Sueños comunes?

MS. Como diría Baudelaire: estar siempre embriagados de vino, de poesía o de virtud.

AM. Seguir trabajando juntos, actuando, grabando, creciendo y haciendo música que nos apasione.

Gracias por su tiempo, disfrutaremos este Schumann in love.  

por Blanca Gallego

 

https://ibsclassical.es/product/schumann-cello-piano

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Crédito foto: © Jesús Escudero

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